jueves, 15 de julio de 2010

De la melancolía (fragmento)

Por: Humphrey Bogart cuando dice play it again Sam.

Play it again Sam. Esta taberna es más bien melancólica. Yo creo que por eso venimos quienes venimos, estamos quienes estamos. Es un lugar donde uno puede entretenerse raspando la costra de su mesa con un ganchito; horas. Aquí vienen quienes vienen a destilar su melancolía y a espiar la de los demás. Eddy, la hiena triste, reina entre los melancólicos, con su largo abrigo negro y su sombrero de copa, su eterna bufanda gris que llega casi hasta las rodillas y el aguardiente fatal servido en única copa fina de la taberna, reservada para él, lo bebe como si fuera un Chateau Margaux de 1959, contemplándolo mucho, demorándolo. El siente el placer de la melancolía.

O como nuestro fumador de jazmín, el Imprescindible Dr. Wong, quien, como el mismo dice: el Imprescindible Dr. Wong escribe para su propio placer y no para el placer de otros. La felicidad es un accidente, el placer es un estado, una gracia. El lector tiene que buscar en placer en su lectura, no en la escritura. La melancolía es esencial para la literatura, el amor no; la melancolía es el vaso comunicante entre la forma de escribir y la forma de leer; para revelar el aroma de la melancolía se le puede poner erotismo, hasta sexo, pero no amor, que es como echarle agua al vino. El amor no es literario, o quizás ya no lo es más, queda de él solo una forma alterada de la conciencia, pero hay otras preferibles, como las drogas o el arte*.
La novela es un genero melancólico, aunque se han escrito muy buenos cuentos en ese tono (Salinger) pero la novela tiene más tiempo para dedicarle a ese regodeo en la tristeza que es la melancolía, por eso recurre a largas digresiones que se alejan del supuesto argumento principal, supuesto, porque el argumento verdadero suele ser la digresión misma, o las sucesivas digresiones de un tema que en realidad no tiene ninguna importancia. Yo mismo he escrito múltiples cuentos cortos que son solo voluminosas novelas sin sus digresiones que esperan que yo las escriba algún día. Seguirán esperando.
Porque detrás de lo que se lee, late intensamente lo que no se lee, esa es quizás la esencia de la literatura, como los silencios de una pieza musical, como esas pausas que deciden donde van los sonidos, así es el no-texto. Parece una trampa y lo es, porque todo en el arte es una trampa. No solo está lleno de trampas el camino que nos lleva a algo, a alguien, sino también el que nos aleja de algo, de alguien. Todos los caminos están llenos de trampas, y lo único que podemos hacer es caer alegremente en una u otra, y volver a salir, hasta la próxima. Eso es la vida.

*Hay incluso una alegría melancólica, esa que se siente cuando se está desgraciadamente consciente de que este momento feliz pasará ahora o más tarde y queda colgado en frases recurrentes como “si no fuera por estos momentos” que son como el principio de una despedida, como “nos vamos a morir todos un día”. La alegría melancólica es un insoportable rasgo de responsabilidad.

Imagen: Rick: You know what I want to hear. / Sam: No, I don't.
Rick: You played it for her, you can play it for me! / Sam: Well, I don't think I can remember...
Rick: If she can stand it, I can! Play it!