viernes, 23 de septiembre de 2011

Respuesta a la Marquesa de K

Su Excelencia Reverendísima
Doña Fuentes de los Dolores y Milagros de la Dulcísima Caridad
Marquesa de K

Manicomio de Um
Altos Reinos de Siret en las Colinas

Noviembre

Queridísima amiga:

Me pregunta usted si he navegado con suerte, por que lados me ha llevado el viento y la lluvia, como anda mi indisciplinada salud, en que nuevas tormentas naufraga –y me perdona la manida referencia cardiovascular—mi corazón, y como esta "mi" poesía, aquella que compartíamos en las noches mas frescas del verano en las terrazas de piedra donde nuestras amigas  nos regalaban tibios placeres y orejas atentas.

Tengo una infinita confianza en mi mala suerte, ella nunca me ha abandonado ni mucho menos traicionado. En los momentos más difíciles allí está, siempre anticipándose, atenta al más mínimo detalle para no dejar que nada salga bien. La buena suerte, ella, perversa y torcida hasta en la más minima lotería, espera siempre el ultimo momento, el mas precioso para quedarse con los brazos cruzados contemplando la caída.

Recuerdo con nostalgia los tiempos displicentes en vuestros dominios de K; errando entre amplias estancias, vaporosas de hierbas mágicas y licores exóticos que excitaban la imaginación y la entrepierna, como con aquel pintor que usaba la verga como pincel y la tenia de todos los colores, hasta que luego de una fellatio inconclusa de la Condesa de M quedaba lista para una nueva fase de la obra, o como aquella cantante de opera increíble, que solo podía cantar cuando era penetrada por un coro de efebos y cuya voz derivaba hacia el contralto cuando se la sacaban y hacia soprano cuando se la metían; bella época.

Hoy, mi querida amiga, mi estancia de hábito es una glauca taberna en la última ciudad del mundo, donde bebo, como si fuera licor, una especie de combustible para aviones servido, eso si, en finísima copa de cristal de Bohemia, la única del lugar, acompañado todas las tardes de un chino, si mi querida señora, ha leído bien, ¡un chino! Y que se dice Doctor e imprescindible, pero que de vez en cuando saca de su taoísmo tardío alguna frase interesante, que pone a pensar hasta a la Señora Rolliza, la tabernera que me sirve mi licor con los dedos pegajosos de sexo.

En el sentido metafórico del término mi corazón es un satélite de la tierra, usted lo sabe bien, pero a veces llegan expediciones que se instalan sin permiso, ocupan una parcela o dos y después quieren proclamarse propietarias de todo el territorio; el secreto, lo sabe usted bien, es jugar sin hacer ruido, eso si, el juego debe ser excitante, que si no me aburro. Caen por aquí dos hermanas, la una melancólica y sombría, la otra luminosa, son inseparables, y en el fondo de la sombra hierve el agua de una fuente oculta que salta, salpica y quema, y mas allá de la luz hay lagos de paz, se navega en ellos como en medio de una dulce tormenta, y después en la calma el marino sueña con relámpagos. Ahora las veo alejarse, cada vez más fundidas la una en la otra, de lejos ya no percibo quién lleva a quién.

"Mi" poesía, aquella, duerme. De vez en cuando parece que despierta, pero hace frío y llueve y quizás no quiera resfriarse, yo me siento a su cabecera velándole el sueño, voy poniendo a su lado todo lo que necesita para despertar, pero quiero que lo haga sola, sin sobresaltos; le queda una larga marcha, noches de insomnio, borracheras infinitas, sexo sin fronteras y toda la locura de la que sea capaz este humilde servidor suyo; pobres páginas aun blancas, van a perder la virginidad cargadas de iluminaciones disparatadas, metáforas irresponsables, versos rotos; pobre poesía, lo que le espera…

Alzo mi alcohol infame por que uno de estos días volvamos a restregarnos frenéticamente entre la sonata, el poema, el color sublime y el coro de sexos cantores en memoria de la bella época,

Suyo,

Antoine Frederic Auguste Marie Ludovic Zumbado
O como gusta Ud. llamarme cariñosamente,
Eddy, la hiena triste



imagen: Adriaen Brower; Scène dans une taverne